Por Fr. Juan Devesa Blanco
Después de la conmoción
bélica, y nombrado de nuevo Prior de Barcelona, comenzó la etapa de
su difícil, original y extraordinario apostolado en la Cárcel
Modelo de Barcelona, que duró hasta el año 1959 y en el que no dejó
piedra por mover para procurar el bienestar espiritual y aún
material de sus reclusos, que le querían y a él sacrificaban como
al mejor y más desprendido amigo. Este periodo de veinte años fue
también el más fecundo, desde el punto de vista literario, pues no
dio reposo a la pluma, pudiéndose decir de él, con toda verdad que
su cansancio apostólico era el escribir.
El 30 de mayo de 1948 le
fue otorgado el grado de Maestro en Sagrada Teología por el entonces
Maestro General de la Orden, Fr. Alfredo Scotti.
Figuró como Socio
Fundador de la “Academia Española de Estudios Marianos”. Fue
nombrado por el Obispo de Barcelona D. Miguel de los Santos Díaz
Gomara “Asesor religioso del S.E.U. De la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Literaria, el 19 de diciembre de 1942; y por
D. Gregorio Modrego “Miembro de la Comisión de Vigilancia de la
Diócesis”, el 22 de mayo de 1943.
Cuando cesó como
Capellán de Prisiones en activo, se dedicó más intensamente a su
quehacer científico y a mantener las Obras asistenciales,
organizadas en favor de los reclusos y de los pobres. Y la portería
de nuestro Convento siguió siendo la meta obligada de quien buscaba
un Consejo Prudente; un pensamiento profundo, sereno y sabio, un
corazón amigo; una dádiva paterna o una mano indicadora del recto
camino.
Hacía tiempo que su
organismo acusaba los zarpazos del tumor, traidoramente agazapado en
sus vísceras. Cuando los médicos le aconsejaron (¡sin mucho
convencimiento, por la edad del paciente!) la intervención
quirúrgica, él respondió: “¡Chuflas! Los médicos todo lo
arreglan con la cuchilla. ¡De operaciones nada! Y encomendándose a
su compañero de Apostolado de Puerto Rico, Padre Enrique Morante
(martirizado el año 1936), siguiendo riguroso régimen vegetariano y
con la esperanza de rebatir y “calentarles las orejas -decía- a
Hans Küng, Schillebeeckx y a esa turba de follones y malandrines que
con sus escritos, plagados de ambigüedades y herejías, están
turbando a la Iglesia”, fue superando prodigiosamente varias
crisis, hasta la del 24 de diciembre, que ya no le permitió
levantarse del lecho, en el que, con los frecuentes vómitos y
accesos de hipo, experimentaba “congojas y angustias de muerte”.
El día 27, a las tres de
la tarde, recibió piadosamente y con plena lucidez, la Unción de
los Enfermos y el Santo Viático. El Señor purificó su alma con
agudísimos dolores corporales durante todo el día 27, festividad de
San Juan Evangelista, su preferido. Al amanecer el día 28 parecía
más tranquilo, e incluso tomó algo de alimento; pero el ángel,
mensajero de la muerte, ya le había susurrado al oído la
invitación: “siervo bueno y fiel, hoy entrarás en el gozo de tu
Señor”, porque nos dijo, con la voz enronquecida, que le quedaban
ya pocas horas. A la una de la tarde hizo que me llamaran, pues veía
que la muerte se acercaba. Me hizo buscar las reliquias de sus Santos
Patronos (que siempre llevaba consigo, cuidadosamente guardadas en
una vieja billetera) y me rogó que se las colocara debajo de su
almohada , para conseguir la gracia de una tranquila y breve agonía.
Suplicó que lo rociáramos con agua bendita, que le rezara la
recomendación del alma y dio gracias a Dios por haberle conservado
el conocimiento hasta el último instante. Luego pareció quedar
dormido, mientras su respiración se hacía cada vez más fragorosa.
Momentos antes de las cuatro, leídas las últimas plegarias por el
P. Jaime Monzón, quiso que le incorporara el p. Rodeles, que hacía
de solícito enfermero; y así …, con la obligada actitud del
peregrino que se dispone a continuar su viaje, tras diez minutos de
sereno esfuerzo para librarse de las ligaduras “del cuerpo mortal”,
su alma purificada y sedienta de verdad, se volvió a la casa del
Padre.
El entierro tuvo lugar al
día 29 de diciembre de 1970 a las cuatro de la tarde.
Fuente: Bienvenido Lahoz
Lainez – Una vida, una vocación, un mensaje. Autor del reportaje:
Fr. Juan Devesa Blanco
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