I.APUNTES BIOGRÁFICOS
El
Padre Bienvenido Lahoz nació el 21 de marzo de 1887 en Cervera del
Rincón. Aún destacan sobre las modestas construcciones del lugar,
la neoclásica iglesia (1604) y un singular torreón histórico, bien
conservado, de factura gótica (tal vez del siglo XIII), impregnado
de aires de reconquista, que vigila, fuerte y erguido, sobre la senda
pedregosa y serpenteante a la que da paso el hocino. En este pueblo
azotado por las ventiscas y mal resguardado del cierzo, tenían los
caballeros LAHOCES, o Lafoces, su heredad y señorío; y es todavía
hoy la suya (si bien recortada por las apetencias de los
conservadores y liberales de otros tiempos) la más pingüe hacienda
en tierras de pan llevar y en extensos pastizales. Hasta no hace
mucho campeaba el escudo de los Lahoces en los dinteles de piedra de
la casa solariega y del torreón antes descrito; blasón que hizo
desaparecer el padre de nuestro religioso.
El
señor Manuel Lahoz fue su padre . Hombre de recio temple. La madre
se llamó Simona Lainez, de la cual recordaba el hijo la nada común
prudencia y de su probada virtud.
En
aquel pueblo y de tales padres, nació Bienvenido, que fue travieso
entre los traviesos y constituyó la preocupación de sus
progenitores por su despierto y precoz talento. De sus travesuras
buena muestra es el peligro en que puso al pueblo entero cuando por
adueñarse de la miel que habían fabricado las pacíficas abejas en
el tronco de un árbol, prendió fuego al árbol; fuego que del árbol
se propagó a los rastrojos y amenazó con devorar al pueblo. La
preocupación de los padres aumentó cuando el niño, en una casa de
ricos labriegos, con muchas hectáreas de tierra, descubrió su
escasa, por no decir inexistente, afición al trabajo del campo.
Al
mismo tiempo que no se desvivía por las faenas de la útil labranza,
manifestó elmuchacho afición a los libros y al estudio. El nos
contaba como llegó a ocupar el puesto de honor en la escuela. Un
día, para probar la ciencia de sus discípulos preguntó el maestro:
“¿Qué hicieron los apóstoles antes de separarse para ir a
predicar por el mundo?”, y solo el pequeño Lahocico, desde los
últimos puestos, respondió, despreciando la menudencia del acento:
“El Simbólo”. “Se
dice Símbolo, hijo mío”, le adoctrinó el dómine; y le colocó
el primero.
Al poco tiempo, ni el maestro ni el cura sabían qué
poner delante al “empollón” insaciable y aconsejaron que se le
internara en un Colegio. Así se hizo: en el de los PP. Escolapios de
la histórica Daroca; tanto para tenerlo sujeto como para ilustrarlo.
Terminada su estancia en Daroca, cuando contaba 13 años,
cayó en manos del adolescente un libro en el que leyó, entre otras
cosas, que para conseguir la total enmienda, para santificarse, para
dar gloria a Dios con la vida y con los estudios, lo mejor era
“ingresar en una santa comunidad”. El chico no sabía, ¡ni mucho
menos!, que era una “santa comunidad, pero al preguntarle sus
padres si quería continuar sus estudios en Zaragoza o empezar a
trabajar en el campo, respondió decidido: “Yo quiero ingresar en
una santa comunidad”. Acertó a pasar por la casa un clérigo y,
oyendo que los Lahoces andaban buscando una “santa comunidad”
para el chico, les hizo saber que conocía una de PP. Mercedarios, en
el convento de Sta. María del Olivar, no muy lejos de Cervera, donde
le recibirían con mucho gusto.
Y así, providencialmente, fue como el hijo del Sr.
Manuel y de la Sra. Simona llegó al antiguo Convento del Olivar, el
23 de septiembre de 1900 dejando, tras la barrera montañosa del
Puerto Minguez, casa, apriscos, padre, madre, una hermana, parientes;
ganados, tierras, labrantías y campos de forraje.
Fuente: Bienvenido Lahoz Lainez. Una vida, una vocación,
un mensaje. Autor de este reportaje: Fr. Juan Devesa Blanco.
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