Este mes de mayo de 2007 se cumplen ochocientos años desde que un tal Per Abatt compusiese el poema épico medieval o cantar de gesta más importante de la literatura española: Cantar de mío Cid. Lo sabemos por lo que dice el “explicit” del manuscrito en el que se nos ha transmitido y que se conserva en la Biblioteca Nacional, en Madrid: “Quien escribió este libro, ¡dél Dios paraíso, amen!/Per Abatt le escrivió en el mes de mayo/en era de mill CC.xl.v.años”. Una fecha esta, la de 1245, que pertenece al calendario juliano y que corresponde al año de Cristo de 1207. de ahí los ochocientos años que celebramos.
Tampoco podemos olvidar, en esta estrecha relación turolense con la figura del Cid, una serie de leyendas y relatos orales que, en estas tierras, narran y rememoran amores, batallas, fundaciones, milagros en los que la presencia de Rodrigo Díaz de Vivar resulta inevitable. Y es que no debe extrañarnos que el nombre de este personaje – histórico, literario y legendario- vaya indisolublemente unida a una tierra de frontera como es la turolense en los lejanos tiempos medievales , amén de camino inexorable para llegar a Valencia, la clara, donde está la honra y la riqueza, como se desprende de varios versos del Cantar.
Por todo lo dicho resulta evidente que este castellano universal, mozárabe por haber vivido varios años de su agitada vida entre los árabes en tierras aragonesas, tenga un significado especial en tierras turolenses.
Autor: Francisco Lázaro Polo Profesor de Lengua Castellana y Literatura
Resumen del artículo publicado en Diario de Teruel el día 3 de mayo de 2007