miércoles, abril 15, 2015

BIENVENIDO LAHOZ (II)

Convento del Olivar 28-2-70
Por Fr. Juan Devesa Blanco
Después de la conmoción bélica, y nombrado de nuevo Prior de Barcelona, comenzó la etapa de su difícil, original y extraordinario apostolado en la Cárcel Modelo de Barcelona, que duró hasta el año 1959 y en el que no dejó piedra por mover para procurar el bienestar espiritual y aún material de sus reclusos, que le querían y a él sacrificaban como al mejor y más desprendido amigo. Este periodo de veinte años fue también el más fecundo, desde el punto de vista literario, pues no dio reposo a la pluma, pudiéndose decir de él, con toda verdad que su cansancio apostólico era el escribir.
El 30 de mayo de 1948 le fue otorgado el grado de Maestro en Sagrada Teología por el entonces Maestro General de la Orden, Fr. Alfredo Scotti.
Figuró como Socio Fundador de la “Academia Española de Estudios Marianos”. Fue nombrado por el Obispo de Barcelona D. Miguel de los Santos Díaz Gomara “Asesor religioso del S.E.U. De la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Literaria, el 19 de diciembre de 1942; y por D. Gregorio Modrego “Miembro de la Comisión de Vigilancia de la Diócesis”, el 22 de mayo de 1943.
Cuando cesó como Capellán de Prisiones en activo, se dedicó más intensamente a su quehacer científico y a mantener las Obras asistenciales, organizadas en favor de los reclusos y de los pobres. Y la portería de nuestro Convento siguió siendo la meta obligada de quien buscaba un Consejo Prudente; un pensamiento profundo, sereno y sabio, un corazón amigo; una dádiva paterna o una mano indicadora del recto camino.
Hacía tiempo que su organismo acusaba los zarpazos del tumor, traidoramente agazapado en sus vísceras. Cuando los médicos le aconsejaron (¡sin mucho convencimiento, por la edad del paciente!) la intervención quirúrgica, él respondió: “¡Chuflas! Los médicos todo lo arreglan con la cuchilla. ¡De operaciones nada! Y encomendándose a su compañero de Apostolado de Puerto Rico, Padre Enrique Morante (martirizado el año 1936), siguiendo riguroso régimen vegetariano y con la esperanza de rebatir y “calentarles las orejas -decía- a Hans Küng, Schillebeeckx y a esa turba de follones y malandrines que con sus escritos, plagados de ambigüedades y herejías, están turbando a la Iglesia”, fue superando prodigiosamente varias crisis, hasta la del 24 de diciembre, que ya no le permitió levantarse del lecho, en el que, con los frecuentes vómitos y accesos de hipo, experimentaba “congojas y angustias de muerte”.
El día 27, a las tres de la tarde, recibió piadosamente y con plena lucidez, la Unción de los Enfermos y el Santo Viático. El Señor purificó su alma con agudísimos dolores corporales durante todo el día 27, festividad de San Juan Evangelista, su preferido. Al amanecer el día 28 parecía más tranquilo, e incluso tomó algo de alimento; pero el ángel, mensajero de la muerte, ya le había susurrado al oído la invitación: “siervo bueno y fiel, hoy entrarás en el gozo de tu Señor”, porque nos dijo, con la voz enronquecida, que le quedaban ya pocas horas. A la una de la tarde hizo que me llamaran, pues veía que la muerte se acercaba. Me hizo buscar las reliquias de sus Santos Patronos (que siempre llevaba consigo, cuidadosamente guardadas en una vieja billetera) y me rogó que se las colocara debajo de su almohada , para conseguir la gracia de una tranquila y breve agonía. Suplicó que lo rociáramos con agua bendita, que le rezara la recomendación del alma y dio gracias a Dios por haberle conservado el conocimiento hasta el último instante. Luego pareció quedar dormido, mientras su respiración se hacía cada vez más fragorosa. Momentos antes de las cuatro, leídas las últimas plegarias por el P. Jaime Monzón, quiso que le incorporara el p. Rodeles, que hacía de solícito enfermero; y así …, con la obligada actitud del peregrino que se dispone a continuar su viaje, tras diez minutos de sereno esfuerzo para librarse de las ligaduras “del cuerpo mortal”, su alma purificada y sedienta de verdad, se volvió a la casa del Padre.
El entierro tuvo lugar al día 29 de diciembre de 1970 a las cuatro de la tarde.
Fuente: Bienvenido Lahoz Lainez – Una vida, una vocación, un mensaje. Autor del reportaje: Fr. Juan Devesa Blanco